Ante la evidencia de que toda verdad es producida no es de extrañar que en las prácticas artísticas actuales se recurra al montaje como técnica narrativa que dinamita las distancias entre documento y ficción.Las imágenes de archivo, aquellas que pertenecen a una era analógica extinta, se nutren de connotaciones renovadas cuando se insertan en el universo digital.

 

El montaje irónico puede articular reflexiones alternativas sobre preocupaciones universales que atraviesan la historia de la humanidad, cuyo decurso viene marcado por obsesiones, hitos y anhelos reiterados.

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Dosis de ingenuidad y obcecación a partes iguales confluyen en la búsqueda de naturalezas vírgenes. En toda sed de territorio inexplorado hay un trasunto de exploración interior. El collage establece nexos inesperados haciendo aflorar el elemento surreal que rige nuestra conciencia.

 

Torras hace hincapié en el carácter paradójico del espíritu humano, que por una parte precisa adentrarse en tierras míticas para escapar del mundo cartografiado en el que está inmerso, pero termina construyendo en esos territorios estructuras sólidas que pervierten su búsqueda inicial. Los encuentros en los confines del mundo (en los márgenes de la mente) se empañan con un entramado simbólico de densa urdimbre, pues cada vez interponemos más filtros ante la realidad. La creciente dificultad de salirse de los mapas trazados incrementa la fascinación de esos viajes.

 

Anna Adell